Vered Libstein y Ayelet Nahmias-Verbin

«Oigo a papá disparando afuera», dice Aviv, hijo de Vered y Ofir, a todos los que están sentados en el cuarto blindado.

Escasos minutos antes había salido Ofir Libstein, jefe del consejo Sha'ar Hanegev, cuando estaba armado solo con su pistola, hacia la mañana del 7 de Octubre en Kfar Aza después de recibir un mensaje: hay sospecha de infiltración de terroristas en el kibutz.

Vered, junto con sus hijos Aviv, Idan y Uri, se encierra en el cuarto blindado; Nitzan, su segundo hijo, se aloja en las viviendas de jóvenes del kibutz. Los minutos pasan, y la familia no sabe nada de Ofir. Aviv activa la aplicación de rastreo y descubren juntos: está muy cerca de la casa. Cuando su ubicación no cambia tampoco en los diez minutos que pasan, Aviv decide arriesgarse y salir a buscarlo.

Allí, debajo del olivo que plantó Ofir, se encontró su cuerpo. Después le contarán a Vered que vieron a Ofir corriendo con casco y chaleco antibalas, y que fue el primero que logró llegar al arsenal y luchar contra los terroristas.

Vered permanece en el cuarto blindado con los niños durante 30 horas de pesadilla. Durante este tiempo descubre que el padre de sus hijos y su amado se perdió para siempre, y en las horas que pasan también lucha a distancia por la vida de su hijo Nitzan, que resultó herido en el muslo. Vered guía a Nitzan sobre cómo crear un torniquete improvisado con un cable de teléfono, y cuando la batería de su teléfono móvil se agota, no escucha más de él. Solo 12 días después la familia descubrirá que Nitzan fue asesinado.

En el funeral de Ofir, Vered le rindió honor: «¿Cómo resumir 30 años de una unión de amor? Trajiste luz a mi vida. Me enseñaste la alegría y el amor. Levantamos juntos una casa maravillosa y llena de amor, con cuatro hijos. Tuvimos una casa feliz. Fuiste un hombre de visión, sueños y gente. Y cuántos amigos tenías. Los quisiste a todos como si fueran familia. Los convenciste a todos de que Sha'ar Hanegev es el lugar perfecto para vivir porque es un 95% de paraíso y un 5% de infierno. Pero menudo infierno».

El 7 de Octubre, Vered Libstein perdió a sus más cercanos: a su madre Bilha, su hijo Nitzan, su sobrina Neta y su esposo. Que su memoria sea bendita.

Ayelet Nahmias-Verbin, presidenta del Fondo para Víctimas del Terrorismo, se sienta frente al televisor en la mañana del 7 de Octubre y no puede creer lo que ven sus ojos. Un reporte tras otro se suceden, y muy rápido ella y sus amigas del Fondo entienden: el «protocolo de combate» regular del fondo no será suficiente esta vez. Se trata de un evento de una magnitud diferente.

Cuando el locutor anuncia el nombre de Ofir Libstein, Ayelet espera que suba al aire y actualice sobre la situación. Pero, incluso cuando el «permitido para su publicación» se repite dos veces, no digiere la noticia. El socio veterano del Fondo para Víctimas del Terrorismo y de la Agencia Judía y amigo cercano de Ayelet, perdió la vida. Ofir, el héroe, fue asesinado defendiendo Kfar Aza.

A pesar de la pérdida pesada, su viuda Vered elige aferrarse a la vida con valor. En los momentos más difíciles después del desastre, Ayelet recuerda el abrazo con Vered. Lejos de las casas destruidas de Kfar Aza, en el césped de las viviendas temporales en Shfayim, Ayelet comparte con Vered: el Fondo para Víctimas del Terrorismo decidió otorgar una beca de resiliencia en nombre de Ofir y Nitzan Libshtein. Nitzan, que sufrió de post-trauma cuando era niño, como muchos de la generación que vivieron los proyectiles que caían en la periferia de la franja de Gaza, logró con sus fuerzas especiales crecer y convertirse en una persona influyente que ayuda a otros, justo como su papá, Ofir.  

Ayelet promete a Vered: la memoria de sus seres queridos no será olvidada jamás.