Leila Talalka y Shirahan Alwakily

Leila Talalka no concilia el sueño. Imagina dónde duerme Samer, cómo pasa los largos minutos en cautiverio y lo llama desde su sueño turbado: «Samer, Samer, ¿dónde estás?».

Setenta días después de que fue secuestrado a Gaza, llega la respuesta trágica: cuando la libertad estaba más cerca que nunca, Samer, junto con sus compañeros de cautiverio Alon Shamriz y Yotam Chaim (que en paz descansen), fue asesinado por error por fuego de las fuerzas de las FDI.

«Siento que vivo dentro de un mal sueño», cuenta Leila, poseedora de dos títulos académicos y maestra de matemáticas y árabe en la secundaria del consejo local Hura. «Samer era mi hijo mayor, habíamos comenzado a construirle una casa, iba a casarse pronto. Todo el día hojeo fotos y videos de él en el teléfono. El dolor es tan grande que las lágrimas ya no salen. ¿Cómo ocurrió esto? Nadie tiene respuestas». 

«A veces por la tarde doy una vuelta por la casa no terminada de Samer», contó el padre de Samer en una entrevista a Ynet. «Me siento solo con lágrimas en uno de los cuartos, fumo un cigarrillo y bebo café, y lo espero, espero que regrese a casa. Uno de los familiares sugirió continuar la construcción, pero no puedo. ¿Cómo es posible continuar construyendo la casa de Samer cuando él no está aquí?».

Hace dos años Shirahan se unió al Fondo para Víctimas del Terrorismo y, gracias a su personalidad especial, la convirtió en un referente para la población beduina en particular, y para víctimas en general. Con sensibilidad y amor, Shirahan acompaña a Leila y su familia y los apoya en el enfrentamiento con la pérdida que sacudió sus vidas y todo el Estado de Israel. Desde el conocimiento profundo del sector beduino sobre sus desafíos y características únicas, Shirahan ayuda a Leila y su familia en su luto pesado y se asegura de que sepan en todo momento: nunca están solos.